Por Benjamin Romero Ureiro
“…Los políticos no creerán que a los pobres les encanta comer promesas…”
Eduardo Galeano, El derecho al delirio.
¿Cuál debe ser la relación entre moral y política en una teoría y práctica de izquierda? Para ensayar una posible respuesta nos apoyaremos en el filósofo hispano-mexicano Adolfo Sánchez Vázquez (1915-2011).
La distinción general entre izquierda y derecha ha entrado en crisis puesto que ya no goza de la rigurosidad ni de la delimitación que tuvo en el pasado. Son distinciones que se han tornado heterogéneas y por ello se ha propuesto como alternativa hablar de las derechas y las izquierdas en tanto que son grupos humanos diversificados y plurales.
Se considera fundamental que la izquierda esté dotada de una concepción sobre la relación entre moral y política para poder lograr los ideales que históricamente ha enarbolado, a saber, la democracia, la libertad y la justicia.
La izquierda se diferencia de la derecha por los fines que se propone y por los valores que defiende. La izquierda lucha por la transformación de la sociedad y del mundo mientras que la derecha se propone la conservación del estado de cosas existente.
El autor de Filosofía de la praxis entiende por moral “…una regulación normativa de los individuos consigo mismos, con los otros y con la comunidad”.1 En cuanto a la política ésta es definida por el mismo autor como “…la actividad práctica de un conjunto de individuos que se agrupan, más o menos orgánicamente, para mantener, reformar o transformar el poder vigente con vistas a conseguir determinados fines u objetivos”.2 Se ofrecen estas definiciones básicas para clarificar la discusión y situarnos mejor en ella.
La política es una actividad que se desarrolla en el seno de la sociedad a través de una multiplicidad de sujetos (partidos, sindicatos, ONG´S, etc.). Ciertamente, la actividad política más visible es la que despliega la llamada clase política, aquella que gobierna en diferentes
niveles y que muchas veces se limita a actuar en los horizontes de la democracia representativa, de corte liberal y burgués.
Con respecto a la clase política (gobernante en turno) y los actores que privilegian la lucha político-electoral (partidos políticos) el filósofo marxista nos dice que entre las causas por las cuales pierden credibilidad entre la comunidad están: la incongruencia (contradicción entre el decir y el hacer), el abandono de sus principios y programas, la doble moral de sus dirigentes, la corrupción ante la que suelen sucumbir y la vulgarización del noble oficio de la política como un quehacer virtuoso.
La crisis de la actividad política no debe llevarnos a su negación sino a su reivindicación y a la defensa de su pertinencia hoy más que nunca pero esto debe ser creando o inventando nuevas formas y modos de hacerla, de practicarla. Es necesario dignificar y refundar la política, sobre todo una política de izquierda que sirva a la transformación de la sociedad y del mundo, una política en unidad con un proyecto de vida humana alternativo al capitalismo.
La política es una actividad humana que tiene un doble carácter: es teórica-práctica. Su parte teórica está determinada por el fin o los fines mientras que su parte práctica está determinada por las acciones encaminadas a la materialización del mismo fin o fines establecidos.
La política se relaciona con el poder para buscar el bien común. Sánchez Vázquez enfatiza en que una praxis de izquierda nunca debe ejercer el poder como un fin en sí mismo. El poder debe concebirse siempre como un medio para lograr la emancipación humana.
Frente a la hegemonía de una actividad política divorciada de la moral se va abriendo paso la idea de que una nueva relación entre moral y política es necesaria y posible. Esta nueva relación debe ser incluyente, interdependiente, armónica. Esta nueva relación es una alternativa para quienes están comprometidos con la transformación social. Esta nueva visión reconcilia moral y política para recuperar el sentido originario del humano vivir; la utopía de vivir libres de opresión.
Un mundo nuevo solo puede ser obra de mujeres y hombres nuevos
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1 Adolfo Sánchez Vázquez. Ética y política. México: FCE-UNAM, 2007. pp. 17-18.
2 Adolfo Sánchez Vázquez. Op. cit. p. 18.