Por. Raúl Cruz Sebastián
En memoria de Herminia Domingo Mariano.
Al estar próxima esta fecha vemos diferentes expresiones y manifestaciones culturales en las comunidades, así como en las ciudades.
En las ciudades vemos personas vestidas de catrinas, en las Universidades hacen concursos de altares, y se vive de una forma que se sale de toda ritualidad, como realmente debe ser.
Sin embargo, se respeta la manera de celebrar el día 2 de noviembre, en las diferentes formas y expresiones de acuerdo a las culturas.
El otro ángulo es que estas fechas nos sensibilizan debido que la muerte es de un impacto doloroso, y que no tiene mucho de ser una metáfora, y más debido que recientemente hemos sobrevivido a una Pandemia de las más letales y que ha cobrado cientos de vidas en todo el mundo.
Hoy en día apenas estamos mirando la luz del día, después de esa larga noche del Coronavirus, en las comunidades se están acordando y preparándose para esperar a sus seres queridos, quienes se nos adelantaron.
Es el caso de Nana Herminia, una mujer Purhepecha de Cucuchucho del lago, quien en la Pandemia perdió a sus padres y un hermano, sus muertes fueron inevitables e inesperadas, Herminia no pudo con ese dolor tan grande, no se pudo sobreponer.
Esta mujer quien lucho por los derechos de las mujeres indígenas, durante décadas, poco a poco se fue marchitado, mientras sus compañer@s le pedían que no se rindiera y que siguiera luchando.
Herminia, no pudo más y se fue, dejando así a sus hijos y a sus familiares, una mujer, trabajadora, alegre y animosa, no se le vio indicios de alguna enfermedad antes.
Unos sostienen que el pensar la muerte se debe al temor porque se tienen a cargo hijos, otros dicen que empezar a hablar de muerte se debe a las expectativas ya cumplidas como personas, y otros opinan que tanto es la velocidad y la responsabilidad que se tiene como jefes de familia que no hay tiempo de pensar la muerte.
Por último, en este año se espera a Nana Herminia en el Lago, así como sus compañer@s que trabajan en la Comisión Estatal para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, decidieron levantarle un altar, en memoria de su compañera de múltiples batallas sociales, dejando en manifiesto que no se muere las personas, mientras algunos las sigue recordando, y seguir compartiendo su labor, su forma de ser y sus hazañas como persona, como luchadores sociales.